La promesa de un presidente y el ruido del cambio.
Los comentarios del Patrick (Patricio Mercedes).
La llegada de Luis Abinader al poder vino acompañada de una promesa contundente: “El cambio”. Una frase que ilusionó a millones de dominicanos y que, en su momento, representó esperanza, renovación y una ruptura con las viejas prácticas.
Sin embargo, con el paso del tiempo, muchos se preguntan si ese cambio fue real o si se quedó solo en un eslogan de campaña.
Una figura clave en esta nueva etapa es la ministra de Interior y Policía, Faride Raful. Desde su designación, ha asumido retos complejos, entre ellos el combate firme contra la contaminación sónica, un problema que afecta la paz y la salud de la ciudadanía, pero que por años ha sido tolerado por autoridades indiferentes.
Sin embargo, en esta tierra de Quisqueya, hay quienes no aceptan que se les llame la atención. Cada vez que la Policía interviene bocinas por superar los niveles permitidos de ruido, brota la crítica fácil y muchas veces desinformada. Pero vale recordar que estas acciones están amparadas en la Ley No.64-00 sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, específicamente en su artículo 115, que prohíbe los ruidos innecesarios o excesivos que afecten la salud humana, la tranquilidad pública o el medio ambiente.
La culpa no es de Faride. La culpa es del Estado dominicano, que históricamente ha creado leyes sin exigir su cumplimiento.
Hoy nos encontramos con una ministra que sí cumple la ley, y en lugar de reconocerlo, la estamos criticando. Estamos atacando a quien hace lo que por décadas otros no se atrevieron a hacer.
La doble moral de algunos ciudadanos dominicanos ha permeado nuestra cultura: exigimos orden, pero rechazamos la autoridad cuando nos afecta directamente.
Queremos un país diferente, pero sin cambiar nuestras costumbres.
Desde la creación de la Ley 64-00, ¿cuántos presidentes hemos tenido? ¿Cuántos ministros de Interior y Policía han ocupado ese cargo? ¿Y cuántos de ellos aplicaron esta ley de manera efectiva? Muy pocos, o tal vez ninguno. Entonces, ¿por qué ahora sí duele que se aplique?
Hasta que no eliminemos el amiguismo, el favoritismo y la cultura del “déjalo así”, no vamos a crecer como país. El cambio no se trata solo de nuevas caras en el poder, sino de una ciudadanía dispuesta a respetar las normas, incluso cuando nos incomodan.
Faride no está en campaña. Está gobernando. Y eso, aunque a algunos les duela, también forma parte del cambio prometido.
Hasta la próxima semana mis pequeños saltamontes.
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